24.
Leía American Psycho mientras avanzaba entre algunas personas en Breña. Una calle a la que le faltaban árboles y una pista que me recibía con hostilidad mientras leía uno de mis capítulo favoritos de American Psycho (un capítulo donde Pat Bateman come crudos los intestinos de una chica) mientras pensaba en Carolina.
Un par de niños me miraron con caras de interrogación, otra niña hablaba con un lenguaje de chismorreo y apenas logré escuchar: “...ésa carolina”. Por el reflejo de una de la ventanas vi la silueta de mi rostro. Me faltaba el pelo, todo mi abundante cabello y mi barba. Cuando toqué el timbre de lo que sería la casa de Carolina sentí un nudo en el estómago.
- ¡Hola!
- Qué tal.
Carolina abrió los ojos y me abrazó.
- Te ves lindo.
- Me veo horrible, estoy hecho un asco.
- No, no, no. Te ves igual, solo que sin pelo.
Una niña saludó a Carolina. Pasé a su casa, dejé el libro sobre uno de los sillones y miré el televisor. Estaba prendido en el canal de videos musicales nacional y pasaban una canción de Shakira.
- Estoy hecho un asco. No me mientas por compasión.
- Caray, te ves bien.
Carolina pensó: a estas alturas el físico es lo de menos.
Mario se puso de pié. El lugar era pequeño, los muebles eran pequeños, el televisor era grande. La habitación, pequeña. Había un chico vestido con un buzo grande, del que Mario se percató hasta que avanzó al comedor. El chico estaba sentado en un mueble detrás suyo, moviendo ambos pies al ritmo de la música.
Carolina cruzó miradas con Mario y luego con su hermano (el chico sentado en el sillón) que miró a Mario con cara de curiosidad y desconfianza gratuitas.
- César, vamos a ver una película. Así que... evacua.
César se puso de pié, hizo un sonido con los dientes, abrió la puerta y se fue.
- Mi hermano escucha “perreo”, ¿puedes creerlo?...
- No sabía que tuvieras un hermano.
- Y yo no sabía que tú tenías un chihuahua. Así que estamos a mano.
- ¿Qué vamos a ver? -pregunta Mario, después de un rato.
- ¿Quieres ver Ameliè?
Carolina saca de entre un montón de DVD´s piratas el disco de Ameliè y lo pone.
- Yo soy Ameliè -dice, después de un rato, cuando la película ha comenzado y ambos se han tomado de la mano, y por el televisor de su casa en Breña aparece París- y tú eres el chico rudo de las fotos...
La película siguió avanzando. Los besos fueron yendo y viniendo. Luego de un par de largos minutos sin decir nada, Mario se animó a decir:
- Carolina, aunque después lo niegue, yo te quiero...
- ¿Sabes? Yo siempre quise estudiar Historia del arte...
- ¿No hay nadie en tu casa?
La cabeza de Mario reposa en el regazo de Carolina. La película avanzaba.
- El francés es un idioma muy bello.
- ¿No hay nadie en tu casa?
Carolina miró a Mario a los ojos.
- No.
La película siguió avanzando por la televisión en frente suyo.
- Voy a ver que más hay por allá.
Mario subió corriendo por las escaleras.
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